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Aunque la Rojita (o Rojaza, como quiera llamarle) tenía todas las armas para escribir una página más gloriosa en nuestra poca agraciada historia futbolística, esa gran oportunidad se fue diluyendo con el correr de los minutos por la viveza y la cancha de los argentinos (los más acostumbrados a estas instancias). Eso, sumado a un "desafortunado" arbitraje (por decirlo de la manera más calmada y con menos epítetos posibles): tanto que pelamos al malayo (árbitro de Chile - Portugal), de que no sabía fútbol, de que no cobraba, para que apareciera uno alemán y lo hiciera peor. Eso prueba de que, independiente del país de origen, árbitros malos y que cargan la mano, hay en todos lados. Por eso nos dolió como nunca.

Además, Chile llega a instancias finales cada 6 o 7 años promedio (y eso, juntando a todos los seleccionados nacionales): Copa América '87, Sub 17 Japón '93, JJ.OO. Sydney 2000, Sub 20 Canada '07... Argentina ganó el '95, '97, 2001 y 2005... Y esto sólo en Sub 20. Además de que ellos vencieran, nos ganó la poca costumbre de llegar tan alto. Por eso nos ganaron como siempre.

Caso aparte fue lo que pasó con la agresión a los jugadores y dirigentes por parte de la policía, calificado como una vergüenza por todos los reporteros apostados en el lugar. Impresentable a todas luces. ¿Tan poco peso tiene Chile ante el mundo para que pase lo que pasó? Para colmo, Blatter ya dijo que los hechos que pasaron después del partido no le competen al organismo que representa. Es decir, "a la FIFA" (recurrida expresión que se usa cuando los reclamos terminan quedando en nada). Eso también nos dolió como nunca.

Independiente de lo que pasó durante y después del partido, no se les debe crucificar. Porque si habían expectativas de llegar a la final, fue porque se creyeron el cuento y lucharon hasta donde pudieron... De eso deberían aprender muchos de la roja adulta, para que al menos demos la lucha y no terminemos sólo diciendo que nos ganaron como siempre.

Ojalá que el partido por el tercer lugar se pueda jugar y que lo ganen... Para terminar de mostrar el fútbol que nos llevó a soñar que esta vez se podía.

Además, en octubre vienen eliminatorias ante Argentina... Y aunque se ve difícil y será en otro contexto, el fútbol siempre puede dar revanchas.

Supongo habrán visto el último spot de Coca Cola Light, que al igual que el anterior (donde llamaba a levantar la mano si habías hecho o te habían pasado cosas que cuesta reconocerlas públicamente para evitar la burla de los demás) sigue la línea de su slógan "la vida es como te la tomas". En este nuevo aviso, invita a reirnos de nosotros mismos tomando como referencia los imborrables momentos capturados que dejan las fotos, donde una mala cara, una acción indebida o un descuido pueden ser motivo de risa para el resto, y de enojo o de más risa para uno, dependiendo si uno se toma las cosas por el lado amable (o light, tomando en cuenta el producto que se vende).

No sé quién habrá hecho esta campaña, pero dio en el clavo.

A mucha gente le muchos nos cuesta aprender a reirnos de nosotros mismos cuando pasan esos imponderables, por el siempre presente miedo a hacer el ridículo. Uno tiende a enojarse de buenas a primeras cuando esto pasa, pues no dejamos que pase el momento. Tal vez te lo recuerden una y mil veces, pero terminará siendo una experiencia más de vida o un recuerdo del que algún día hasta tú mismo te rías al hacer memoria.

Creo que yo aún soy muy grave cuando me pasan cosas que se ven jocosas para el resto pero que para mí no lo son tanto. Debe ser porque durante mucho tiempo en el colegio fui objeto de burlas de mis compañeros. Cuando aprendí a devolver la mano y a ver que todos caemos en el mismo juego, no era lo mismo. Sentía que todos lo habían aprendido antes que yo y me sentía en una leve desventaja.

Aún así, siento que cuando nos enojamos por eso, deberíamos recordar que la vida es corta como para andar haciéndolas de tonto grave cuando nos pasan cosas que van directo al anecdotario. Y también tomar en cuenta que no eres el primero ni serás el último al que le pasen y te reirás tanto como se rieron contigo (además, mientras se rían contigo y no de ti, todo bien =P).

En fin... Ya llegará el día en que pierda el miedo al ridículo y diga "mira, mira como salí: riámonos de mí"...